Somos los Tecnoquipumantes, también llamados Khipunks o Neoquipumantes y somos parte de movimiento extendido de los Neoquipucamayocs; somos la tercera generación de una larga pero hasta hoy no reconocida corriente en las artes Latinoamericanas, cuyo nombre, con el que hoy nos definimos, hace referencia a los sabios andinos de la época Incaica, los Quipucamayocs, aquellos especialistas que podían decifrar y recifrar el contenido de los dispositivos construidos en base a cuerdas y nudos conocidos como Quipus, herramientas textiles de almacenamiento de datos que hoy en gozan de un renovado interés tanto por investigadores como por artistas interesados en temas tecnológicos.
Sabiendo que los Quipucamayocs sobrevivieron más allá de la Colonia, y siendo conscientes de la posibilidad de que aún existan expertos andinos capaces de interpretar la data codificada en estos instrumentos, los que nosotros reconocemos abiertamente como parte vigente de las tradiciones de diversos pueblos del Ande, optamos por situamos como los herederos de una tradición milenaria en donde el prejifo “Neo” es el que marca una división en la práctica más ligada a lo cultural que a lo temporal: nosotros nos hemos tomado la libertad de resignificar estos artefactos de origen pre-Colonial desde las artes Modernas, no sin realzar su larga historia que va más allá de restos arqueológicos.
Y es reconociendo que el Quipu es cultura viva desde donde empezamos a plantearnos una re-lectura del conocimiento Andino desde lo contemporáneo desde el respeto y la responsabilidad que conlleva el tratar temas asociados a tradiciones vigentes con las que nos identificamos, muchos de nosotros, como Sudamericanos, al ser parte también de nuestra herencia cultural y, por lo mismo, nos comprometemos a poner los intereses y necesidades de los pueblos Andinos por sobre los nuestros particulares.
Es ahora la misión el que se reconozca a los Neokhipukamayoqs en su centenario como una corriente iniciada en Sudamérica, que si bien hace mucho que traspasó las fronteras de este continente, sabemos se gesta al pie de los Andes a inicios del siglo XX, un hecho que toma especial relevancia al ahora presentar el movimiento Neoquipucamayoc como un componente más de las vanguardias del Arte Moderno Global.
Nuestra intención es definirlo como una corriente cultural que finalmente nace gracias a la influencia del Indigenismo, aquella ola revalorizadora de las artes originarias que termina por formar el Pensamiento Latinoamericano de nuestros días y que llevó a Elena Izcue, en 1921, a pintar un Quipu como parte de sus investigaciones con respecto al diseño pre-Hispánico en la zona Andina, siendo ella entonces la que ata el primer nudo en la cuerda de la historia que hoy volvemos a trenzar y recodificar.
Y es que, como gran parte de los autodenominados Indigenistas, la mayoría de los artistas que formamos este movimiento Neoquipucamayo tenemos un origen mestizo, ya sea del tipo cultural o étnico. Pero, a diferencia de aquellos que definieron aquel movimiento modernista, quienes romantizaban su herencia autóctona para presentarse como una suerte de mezcla étnicamente idónea, nosotros empezamos por reconocer aquel proyecto como fallido desde una perspectiva social (si bien no artística) al ver como fue utilizado para perpetuar algunas taras colonialistas y reforzar jerarquías que se aprecian hasta el día de hoy en toda Latinoamérica, y, por lo mismo, mantendremos una posición crítica hasta de nuestra propia práctica cultural e intelectual, consultando siempre a los pueblos que aún mantienen las tradiciones a las que hacemos referencia.
En ese sentido, nuestros orígenes son tomados como sincréticos, para muchos, una hibridación de entre lo índigena y lo hispano, siendo también productos del impacto globalizador occidental. Sin embargo, lo que hoy proponemos ahora no debe ser colocado por sobre el conocimiento de los pueblos originarios, el que muchos hemos heredado como parte de nuestra herencia cultural: nuestra misión es hoy servir de soporte a éstos mientras nos autodefinimos, aprovechando nuestra condición de medianía intercultural para re-jerarquizar y replantear una estructura en donde los grupos superiores han sido siempre de herencia colonial Europea, y, sus artes y ciencias, consideradas desde la Colonia como las más elevadas.
Es así que, en la nueva jerarquía que proponemos, es el Pensamiento Andino Originario (una generalización por cuestiones prácticas, en donde también incluiremos al pensamiento de herencia Amazónica y otros de la zona, reconociendo sus diferencias) el que está por sobre el resto cuando hablamos de la región Sudamericana en particular, y consideramos que esta nueva mirada es imperativa dado que las poblaciones originarias de América del Sur han sido silenciadas y mantenidas al margen de replanteamientos sociales y científicos, cuando nuestros antepasados se caracterizaron justamente por desarrollar civilizaciones, arquitecturas y técnicas científicas que tomaban como punto de partida la relación armónica con el Mundo Natural, complejas sociedades que son vistas como tribales desde la hegemonía cultural para así poder acusarnos de idealizarlas bajo el rótulo del “buen salvaje”.
En base a este importante hecho, y utilizando de ejemplo una arquitectura que siempre tomó como punto de partida la integración con su entorno, es que ahora proponemos se reconsidere el diseño de tecnologías contemporáneas tomando en cuenta esta sabiduría ancestral Andina de carácter profundamente ecológico, que es también expresión de una intrincada ciencia la cual no comprendemos del todo, como en el caso del Quipu mismo.
Es por eso que hoy queremos replantear el concepto de herramienta para pensarlo como interfase, empezando por asumir que la cognición humana no sería lo que es sin la capacidad de desarrollarlas, esto es, sin la tecnología, tomada ahora como la otra capa de mediación entre la experiencia humana y la realidad.
En esta línea, las diversas técnicas y su sistematización dan como resultado, entre otras cosas, la variación cultural planetaria que percibimos actualmente. Sabiendo esto, debemos empezar a encontrar puntos en común y aprender de técnicas diversas las que serían siempre informáticas, más allá del binomio análogo/digital. Tomamos este como el único camino para luchar contra el actual monopolio tecnológico/informático con el que se está construyendo un futuro que no incluye ni a todos los pueblos ni a la misma tierra y sus especies.
Y pensando en ese planeta que no nos alberga sino del que formamos parte pues consideramos que el replanteamiento de la re-unión entre cuerpo y mente el que debe ser entendido como una simbiosis entre naturaleza y tecnología de manera urgente, reconociendo que es necesario una reestructuración idioscincrática profunda, partiendo desde la misma cultura humana, en tanto inseparable de la técnica.
Por eso, en estos tiempos de crisis climática, es imperativo no sólo cuestionar los materiales utilizados o su consumo energético, sino el diseño de los mismos para ir más allá de la dualidad epistémica control/libertad (entendido como voluntad o poder) que la tecne nos permite para empezar a hablar de cohesión, de asistencia, de integración y armonía, y diseñar tecnología pensada en estas características.
Y es que no se puede hablar de integración sin antes liberarnos del sistema de validación jerárquica aplicado a la experiencia sensorial, encabezado por una capitalización extrema de lo visual que es seguida, a la distancia, por la relevancia de lo sonoro, dejando de lado otras percepciones y maneras de reconstruir la realidad, las que también son traídas al primer plano cuando uno habla de los Khipus. Vale acotar que este método de almacenamiento de datos se caracteriza por su tactilidad, retrotrayéndonos nuevamente al sentir de un cuerpo, experiencia que compartimos con el resto de la humanidad: gracias al tacto nos reconocemos de manera íntima. Rozar, sobar, estirar, acariciar y anudar son conceptos que van más allá de lo que comúnmente se maneja en lo que respecta al diseño de interfases humano-computadora, por ejemplo: por medio de dispositivos inspirados en este instrumento textil, el mismo diseño de interfases está siendo reformulado.
Después de todo, nuestra propuesta se inserta en la multitud de movimientos que actualmente proponen la construcción de nuevas ontologías de origen no-occidental más cercanas a la Naturaleza, ontologías que, sin embargo, se terminan de definir dentro de ese occidentalismo que es indudablemente el dominante y que insiste en verse en cualquier otra variante del pensamiento. Sin embargo, rara vez se reconoce que ese mismo conocimiento Occidental ha sido formado gracias a una práctica endémica de extractivismo epistémico, vigente hasta el día de hoy: es por eso que nuestro ideal Khipumante es el lograr replantear esta historia de las Artes y las Ciencias finalmente incluyendo todas las ramas de desarrollo humano en una misma jerarquía, en donde la inversión de los órdenes de poder sería el primer paso.
Nosotros, los Tecnokhipumantes, o simplemente Khipumantes (neologismo que hace referencia al término acuñado por el antropólogo Frank Salomon al referirse a la práctica pan-Andina aún vigente de leer el futuro en los Quipus) vemos otro devenir posible para la humanidad a través de la re-lectura de los Quipus a manera de oráculo.
Y es para que ese futuro sea realizable el que consideramos que otra narrativa tecnológica desde las artes es inminente, una que empezará por la revalorización de las otras expresiones tecnológicas del pasado y presente. Esta historia de la técnica, escrita mayormente por la Academia y tratada como lineal y única, siempre termina por presentar cualquier otra sapiencia técnica como primitiva, como resto antiguo o como una curiosidad: la Tecnocultura hegemónica sólo ve en la Iluminación Europea el gran despertar de la episteme pues es la principal manera de validar su posición en la jerarquía cultural mundial. Por ende, subrayamos que el movimiento Neoquipucamayoc nace, se hace, y se define ahora desde Sudamérica, reconociendo que se ha extendido más allá de sus fronteras, contando ya con representantes de orígenes no-Sudamericanos más cercanos a los centros hegemónicos culturales, los que por supuesto son bienvenidos en tanto reconozcan lo tratado en este Manifiesto.
Para terminar, cualquier persona, científico u artista puede autoidentificarse como un Khipumante: este texto estará abierto a replanteamientos y se modificará dependiendo del devenir. Lo que sí, consideramos que es importante tomar consciencia de que, al hacer referencia al Quipu en cualquier investigación u obra, es necesario tener en mente los puntos incluidos en este Manifiesto, evitando presentar al Quipu como un instrumento del pasado únicamente, considerándolo como parte de tradiciones vivas de los pueblos Andinos, siempre reconociendo su origen en las Artes Contemporáneas Sudamericanas hace cien años a la fecha de escrito este Manifiesto.